Refutando las mentiras de Pablo Flores

El 31 de octubre de 2011 Pablo Flores, el responsable de Alerta Religión, publicó el artículo «La inhumanidad básica de los pro-vida«, donde decía muchas mentiras sobre nosotros los pro-vida, pero he aquí que yo voy a refutar todas sus mentiras y defender así la integridad del Movimiento Pro-Vida.

Los ateos están contra las toreadas, pero promueven el asesinato de bebés inocentes.

Al principio Pablo critica al médico que se opone a la realización del test pre-natal, para saber si el feto tiene o no Trisomía 21 (Síndrome de Down o mongolismo), aunque en realidad es mentira que los médicos rechacen esos test, sino que lo único que se critica es que se usen dichos test para si salen positivos, tener una justificativa como para matar al bebé. Y ¡eso es una aberración! Como veíamos en el video del Padre Loring, que un bebé nazca Down NO es motivo para asesinarlo, ¡pues eso es una barbaridad, que clama al cielo por venganza! ¿Sólo porque un niño nazca retrasado lo van a matar? ¡Eso es algo atroz! Pero así son de cínicos los ateos, nos llaman «inhumanos» a nosotros y ellos son los más inhumanos que hay. En fin, sigamos…

Así habla el ateo: «He escuchado mucha desinformación pseudocientífica, mucho argumento filosófico retorcido, mucha teología vacua y mucho discurso de culpabilización de parte de los “pro-vida”, incluso de gente que debería saber de qué está hablando, pero es la primera vez que soy testigo de un pedido activo —de parte de un médico, nada menos— de no informar al paciente, de bloquear el acceso a un dato médico importantísimo.» What??? El ateo magufo acusa a los médicos pro-vidas (o sea a los médicos de verdad, porque a los «médicos» abortistas no le podemos llamar «médicos» precisamente…), de pseudo-científicos, cuando los verdaderos pseudo-científicos son los ateos que dicen burdamente que un feto o un embrión no es un ser humano, cuando es obvio que sí lo son, porque un cigoto surge de la unión de un espermatozoide con un óvulo. Si bien, el espermatozoide y el óvulo no son vidas humanas, sino simples células (vida celular), cuando ambos se unen en el cigoto forman un ser humano, porque el huevo tiene todo lo que en potencia podría desarrollarse (o no, porque podría producirse un aborto espontáneo, en cuyo caso Dios habría decidido soberanamente mandar ese embrión al Limbo); por lo tanto con esto quedan ya refutadas todas las típicas excusas que usan los ateos para negarle la vitalidad de los cigotos, embriones y fetos. Además, cuando se forma el cigoto, justo en ese momento, es que Dios crea inmediatamente el alma nueva del nuevo individuo; pero claro, los ateos no creen en el alma, sino que prefieren creer en cosas raras como el «epifenomenalismo», «inconsciente freudiano», etcétera…

Luego Pablo comienza a rebuznar acerca del embarazo ectópico, donde se ve que tuvo que ir corriendo a consultar en su Judeopedia (Wikipedia), para ver de qué se trata tal cosa. El embarazo ectópico, es un embarazo que ocurre donde supuestamente según la ciencia oficial no tendría que ocurrir, pero el asunto es que Dios permite que los embarazos ocurran donde a Él se le antoja y no donde el ser humano quiere que ocurra; por eso a veces, el embrión no se implanta en el útero o matriz (el lugar más adecuado), sino que se implanta en otros lugares, como por ejemplo en el tubo digestivo. Además, de que sea por la simple voluntad de Dios, los embarazos ectópicos son una especie de castigo divino, a las mujeres que usan los abominables métodos anticonceptivos, especialmente para aquellas que usan el satánico DIU (obsérvese que el DIU posee forma de cuernos).

Dispositivo Intra-Uterino (DIU), con sus característicos cuernos diabólicos: el instrumento de la muerte.

También las mujeres que consumen drogas o toman estrógenes sintéticos dietilestilbestrol (DES), tienen más riesgos de tener un embarazo ectópico. Incluso las mujeres que son de edad avanzada (más de 35 años), corren mayor riesgo de tener embarazos ectópicos, pero es que en la cultura de la muerte en la cual sobre-vivimos actualmente lo más común es que a la mujer-zuela se le ocurra ir a «estudiar» a la universidad y después que se hizo una mujer «realizada e independiente» y de que hubiera fornicado con cualquiera, recién ahí se le ocurre casarse (muchas veces ni siquiera eso, por ahora está de moda el asqueroso concubinato) y formar una familia; eso sí, tener uno o a lo sumo dos hijos, y eso allá por los treinta años de edad, cuando en realidad y está científicamente comprobado, que la edad óptima para embarazarse es alrededor de los 18 años (entre los 16 y los 25 años), pero claro, los ateos no respetan a sus mujeres y por eso las mandan a la universidad y les enseñan a ser unas cualquiera, en lugar de hacer como hacemos los creyentes, quienes respetamos a las mujeres y les enseñamos a ser damas. Por eso, es muy fácil distinguir entre una decente mujer creyente casada, que con 30 años tiene cantidad de hijos (como diez o más) y una indecente mujer-zuela atea en concubinato, que con 30 años, después de haber abortado (asesinado a muchos niños inocentes) muchas veces, recién está pensando en ser madre. Esa es la triste realidad del Uruguay actual, un país con una sociedad decadente, con una bajísima tasa de natalidad, con aborto, homosexualismo y con una población, consiguientemente, envejecida. Eso sin contar que la juventud está perdida y muchos jóvenes se pierden en la droga, el rock, la cumbia, la fornicación, el alcohol y por ende, se mueren en accidentes de tránsito o en sobredosis; y por eso es que la delincuencia ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Todo por culpa de la Izquierda y por culpa del liberalismo, la democracia, la «libertad» religiosa (libertinaje en realidad, pues la única libertad religiosa, es la libertad de ejercer el culto católico) y el laicismo. 

Pero los ateos siguen, incentivando la cultura de la muerte (parte del marxismo cultural), y así se oponen al llamado «embarazo adolescente», que siempre fue lo más común en tiempos pretéritos cuando la moral católica imperaba y las personas se casaban más jóvenes. Claro, que nosotros estamos radicalmente en contra de la fornicación, pero más en contra estamos del aborto y de la anticoncepción, porque la fornicación (así como el adulterio) atenta contra el Sexto Madamiento («No cometerás actos impuros«), pero el aborto y la anticoncepción, atentan en contra del Quinto Mandamiento: «NO MATARÁS«. Pero a los ateos, les gusta matar, pero no toros ni asesinos, como a nosotros los católicos (cosa que NO es pecado), sino bebés inocentes; y demás está decir que el Quinto Mandamiento se refiere a no matar personas inocentes y no simplemente a «no matar», porque la Iglesia dice que se puede matar en tres casos:

1. Legítima defensa.
2. Guerra justa.
3. Justa aplicación de la pena de muerte.

Además, el «no matarás» se refiere exclusivamente a las personas, y no dice que no se puedan matar animales, como los toros, por lo cual las corridas de toros, que tanto critican los ateos, son perfectamente lícitas y morales.  Por eso, que los ateos no se sorprendan cuando nosotros decimos que está bien que los franquistas hayan ejecutado rojos, porque aquello fue la justa aplicación de la pena de muerte en el Régimen legítimo de Franco, que hubo allá en España y que nosotros lo apoyamos al 100%, pues la Iglesia lo apoyó al 100%. Es más asimismo nosotros apoyamos el Santo Proceso Cívico-Militar llevado a cabo aquí en Uruguay, así como también en Argentina, Chile, Brasil, Paraguay y Bolivia, porque fueron regímenes justos, muy necesarios para combatir la subversión, así que si los militares mataron gente, ciertamente esa gente no era inocente, sino que eran subversivos y se mataron en medio de un combate, de una guerra justa, que dicho sea de paso, fue aceptada por la Iglesia Católica. Demás está recordar, por ejemplo, que la Guerra de las Malvinas, efectuada por el Santo Régimen militar de Videla en Argentina, fue calificada por la Iglesia como una Cruzada contra el satánico Imperio-gringo-yanqui-Sionista-anglosajón; en resumen las Santas Dictaduras fueron una guerra entre la Iglesia y la Sinagoga, una lucha entre el bien y el mal, y no entre la «opresión» y la «democracia» como burdamente mienten los zurdos. Ahora, que vivimos en esta democracia liberal, es que estamos más oprimidos que nunca, porque no podemos ejercer nuestra religión libremente y somos perseguidos por defender la verdad y decir las cosas como son: milicos buenos, tupas malos; creyentes buenos, ateos malos y asesinos. 

Pero luego Pablo, sigue mintiendo sobre un falso dilema entre salvar la vida de la madre o la del feto, dilema totalmente ficticio, porque: 1)- No es ni la mujer, ni los familiares, ni el médico, sino Dios y solamente Dios, el que decide quien vive y quien muere.

2)- Con las avanzadísimas técnicas médicas que existen hoy en día, es mucho más posible salvar la vida de ambos: madre e hijo.

Así que el dilema moral ese es falso e inexistente. El médico no tiene que decidir nada; si Dios quiere, el feto se salvará y si no morirá. Así de sencillo; por eso lo mejor en esos casos es no intervenir y esperar la evolución del paciente, siempre intentando salvar la vida de ambos, que es lo más correcto a hacer, tratando a las personas con respeto, tanto a la madre como a su hijo. Así que lo de la salpingectomía es falso, la moral católica no lo aconseja, salvo que después se re-implante el embrión en el lugar adecuado (cosa que sí se aconseja); así que por lo tanto NO hay hipocresía alguna en la doctrina católica. Al aborto inducido le decimos siempre NO, en absolutamente TODAS las circunstancias. Pero agrega Pablo: «Esta vía de escape bastante hipócrita para la conciencia del médico, además de ser la opción más invasiva, tiene el desafortunado efecto secundario de esterilizar a la mujer en un 50%, dejándola con la mitad de sus óvulos disponibles (salvo que se empleen métodos artificiales para extraerlos y fecundarlos… métodos que la Iglesia también condena).» En primer lugar, no importa la invasibilidad o no de la maniobra, siempre que se la haga con cuidado y bien hecha; lo más importante en la medicina, siempre es tener ética; y en segundo lugar el efecto secundario que indica Pablo es pura especulación y en el caso de ser cierto, no es de gusto, por lo cual no contradice a la moral católica, puesto que la reducción de ese 50% en la cantidad de óvulos disponibles, sería por la voluntad de Dios, en virtud de que Él podría permitir que naturalmente al aplicarse tal maniobra, los hechos se dieran así. Y por supuesto: esos métodos de inseminación artificial están también condenados por la Iglesia, pues la inseminación artificial no deja viva a todos los embriones, sino que sólo deja vivo al «mejor» (según ellos) de los embriones, matando al resto de los demás inocentes embriones. 

Finalmente Pablo deja una mentira rotunda en su artículo, diciendo: «Llamamos humano o humanitario a lo que se hace en reconocimiento de la dignidad de los seres humanos, e inhumano a lo opuesto. Tratar a una bolita de células apenas diferenciadas como a un ser humano y a la vez tratar a un humano adulto como a un mero recipiente, haciendo al segundo sacrificable al bienestar del primero, es profundamente inhumano. Debería inquietarnos bastante cómo esta inhumanidad de raíz infecta la moral de algunos de aquellos en cuyas manos ponemos nuestra salud y nuestras vida.» Es falso que la moral católica, trate a un ser humano adulto como un mero recipiente, por lo cual toda su argumentación se desmorona sóla como un castillo de naipes. El médico NO sacrifica a nadie, el médico sólo intenta salvar vidas: ambas vidas; es Dios quien decide, quién vive y quién no, porque Él es el Señor, nuestro Creador y Soberano del universo y de todo lo que existe y tiene por ende, el derecho sobre la vida de todos. 

Como siempre vemos entonces, que los ateos se basan en premisas falsas y por ende, es lógico que lleguen a conclusiones falsas; sus bocas son como las de las serpientes venenosas, que sólo escupen veneno, sus bocas son blasfemas y son como pozos negros, sólo saben decir maldades; por eso, ante el necio ateo, hay que hacer oídos sordos; o mejor aún, refutar sus rebuznos y dejarlos en ridículo; todo para mayor gloria de Dios. Ojalá que los médicos tomen consciencia de su importante rol en la sociedad, y tengan todos una postura clara pro-vida y de rechazo absoluto a todas las formas de aborto inducido, pues asesinar a un niño inocente es un crimen atroz, que como dije, clama al cielo por venganza. 

¡NO AL ABORTO! ¡NO A LA ANTICONCEPCIÓN! ¡NO A LA CULTURA DE LA MUERTE!

¡SÍ A LA VIDA! ¡SÍ AL MATRIMONIO! ¡SÍ AL EMBARAZO! ¡SÍ A LA FAMILIA! ¡SÍ A LA CULTURA DE LA VIDA!